Una piedra en el zapato





Una de las cosas con las que tenemos que lidiar a diario en esta enfermedad es con la incomprensión de los que nos rodean, pues no todos saben, y algunos no quieren saber, qué implica padecer Fibromialgia.

La mayoría, si no todos, hemos tenido que escuchar que somos unos exagerados, unos ñoños, unos vagos, unos quejicas,... O el típico "no será para tanto" o al verte sonreír o llevar un día "normal" creer que te quejas por vicio, que te has curado o similar...

La verdad es que hay veces que duele mucho esa desconfianza y esos comentarios, otras veces cabrean sobre manera. Lo que no entiende quien lo hace es el daño que puede llegar a causarnos.

Por eso, cuando me preguntan qué es exactamente lo que siento con la Fibromialgia les explico un ejemplo que creo que todos podemos llegar a entender.

Una piedra en el zapato.

Imagina que tienes una piedra en el zapato. Habrá momentos en que apenas moleste, sólo la notes un poco a pesar de estar ahí. Otras veces la piedra se colocará donde no debe y te dolerán los dedos del pie, o el talón, o el empeine. Otras veces dolerá tanto que ni puedas estar de pie, menos aún andar o correr.

¿Tienes esa idea en mente?

Bien, pues ahora imagina que esa piedra va a estar siempre ahí, todos y cada uno de los días de tu vida. No sólo sentirás su molestia y dolor, también la impotencia de no poder hacer cosas que antes eran fáciles y normales para ti. Tendrás que cancelar planes porque habrá días que la dichosa piedrecita se coloque de tal manera que te sientas morir de dolor. La mayor parte del tiempo no entenderás por qué ha entrado en tu zapato y otras desearás cortarte el pie para poder evitar sentirlo.

¿Lo visualizas?

Pues ahora añádele que el zapato te aprieta, tienes que andar por caminos de afiladas rocas y ya tenías varias heridas sin curar en el pie que ya te provocaban dolor y tristeza.

¿Quieres saber qué se siente con la Fibromialgia?

Pues imagina lo mismo pero por todo el cuerpo, literalmente.

Eso se acerca a lo que es tener Fibromialgia.

Nadie ve la piedra en tu zapato, pero eso no significa que no esté ahí.

La piedra puede parecer pequeña, pero al final sangras igual.

Así que, la próxima vez que veas a un enfermo de Fibromialgia sonreír, no creas que no es para tanto. Sé consciente que ese día ha tenido la fuerza suficiente para combatir la enfermedad y no deja que el dolor la someta.

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